Bienvenidos. .

Agradezco mucho tu interés. Tus comentarios enriquecen este espacio.

lunes, 8 de noviembre de 2010

JOB 2. VENCE EN TU VIDA, PARA GLORIA DE DIOS.

JOB 2:1-3.

“2.1 Aconteció que otro día vinieron los hijos de Dios para presentarse delante de Jehová, y Satanás vino también entre ellos presentándose delante de Jehová.
2.2 Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondió Satanás a Jehová, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.
2.3 Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa?”


Un diálogo similar a éste lo estudiamos en anteriores publicaciones. Como repaso:

-         Dios está en control de absolutamente todo, Él tiene dominio sobre todo lo creado, por lo tanto, todo lo creado le debe adoración y sumisión.
-         Recordamos la sabiduría de la biblia, al revelarnos datos que, fuera del estudio bíblico, cualquier persona tardaría demasiado en entender y descubrir. La Biblia es la fuente de la más alta sabiduría.
-         Recordamos que estamos en una guerra, en el nivel espiritual, y por lo tanto también involucra nuestro cuerpo y hasta la misma vida. Vale la pena entregarlo todo por Dios.


La diferencia de lo narrado en el verso 6 al 12, capítulo 1 de Job, con lo que nos encontramos aquí en los primeros versículos del capítulo 2, radica en que ahora Dios ha probado su punto. 

A)     Dios había retado a Satanás respecto de la justicia e integridad de su hijo, Job.
B)      Satanás aceptó el reto, y solicito permiso para afligir a Job en todo lo que ya estudiamos a lo largo de estos devocionales.
C)      Ahora estamos en presencia de la primera victoria que Job gana en esta prueba, en su carne propia, en su espíritu, sus emociones; a través de sus convicciones, fundamentos y relación con Dios.

1. UN DIOS QUE NO CAMBIA SU PALABRA.

                               19 “Dios no es hombre, para que mienta,
                               Ni hijo de hombre para que se arrepienta.
                               El dijo, ¿y no hará?
                               Habló, ¿y no lo ejecutará? Números 23:19.

Quiero aclarar que no existe contradicción entre lo que había expuesto con anterioridad.
En un estudio anterior, había sostenido que nada tuvo que ver Dios en las calamidades de Job, sino que era Satanás el autor de todo el mal, con la supervisión y control de Dios, claro está. Ahora, al final del verso 3, pareciera que Dios asume la responsabilidad o acepta la culpa de la ruina de Job: “aun cuando tu me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa”.

Permítanme explicarlo de la siguiente forma: No esta diciendo Dios que Él es el responsable del sufrimiento de Job. Recordemos que Dios le dijo al enemigo: “He aquí todo lo que tiene esta en tu mano, solamente no pongas tu mano sobre él.” (1:12)

Aparentemente, ahora  (2:3) Dios dice que Él es quien lo arruina.
¿Cómo podemos superar esta aparente contradicción? ¿Será tan importante, o tendrá algo de bendición aclarar esto? Vamos a descubrirlo.

Si Dios es Todopoderoso, Soberano, y un Dios Guerrero, debemos entender entonces que ciertamente concede Su autorización para que Job sea sometido al sufrimiento que ya hemos visto. Aquí encontramos más bien, un Dios que no se “echa para atrás”. Lo que nos esta diciendo aquí Dios es que Él tiene el poder para haber detenido el sufrimiento de Job; que cuando Satanás estaba ensañándose más y más en la vida de este ejemplar hombre, seguramente que Dios pudo intervenir. Haber hecho esto, significaría un Dios que no tiene la capacidad para sostener su palabra.

Repito aquello que ya había escrito: Dios es quién provocó a esta guerra por la vida de Job, ¿Qué nos hace pensar que ahora no esta dispuesto a llevar el duelo a sus últimas consecuencias?

Dios esta en plena batalla, y el hecho de que le diga a Satanás que Job “retiene su integridad aún después de haberlo arruinado sin causa” más bien le está recordando al enemigo: “Hey, que no se te olvide que soy un Dios Soberano, Todopoderoso, y que no intervine a favor de mi hijo, por que estamos luchando por su vida y por su libre albedrío. He permitido que lo arruines, por que yo tengo autoridad y poder para evitarlo, sin embargo, cumplo mi palabra y no estoy interviniendo por que sé que al final, Job seguirá destruyéndote con su vida.”

Es decir, quien puede lo más y no lo hace, tiene una responsabilidad pasiva. También no hacer algo que podemos hacer, es responsabilidad. Y Dios aquí nos lo deja claro. Tomo mi parte de responsabilidad en el hecho de que no intervine para parar el sufrimiento de Job, pero ahora tengo esta victoria: aun con todo el sufrimiento que permití que atravesara, Job me glorificó más que si hubiera intervenido. “¿Quieres seguir en la pelea, o te das por vencido Satanás? Ya vamos 1-0.”

Algunos muy religiosos, pensarán: “Hay como esta eso de que Dios juega con nuestras almas y las anda apostando; para que permite tanto sufrimiento; yo no quiero un Dios así, cuanta falta de seriedad”

Pero, amigos y hermanos, nosotros mismos hacemos eso y de una forma irresponsable, comparado a la forma santa y gloriosa que Dios lo hace. Ponemos nuestras vidas en apuesta cada día que nos levantamos y no tenemos un devocional; cada que nos atrevemos a salir a caminar en este mundo, sin haberle pedido a Dios que nos llene de su poder; cada que coqueteamos con nuestros pecados ocultos; cada que nos ponemos nosotros mismos en la boca de la tentación. Cada momento de nuestra vida, irresponsablemente, nos mantenemos “jugándonos” la vida, apostándola a nada, y ahí si nosotros somos los que ponemos a Dios en “apuros” por así decirlo, por que nos tiene que estar librando de esta situación, nos tiene que estar restaurando a cada rato, perdonando, y ¿Cuándo vamos a empezar a rendir frutos y a presentarnos delante de Él para ser utilizados, en lugar de estar siendo levantados día con día? Claro que esto comienza por mí, espero que también sea un desafío y bendición para ti.

Una vez explicado que no hay error, y que Dios lo único que hace es asumir su responsabilidad en no intervenir y permitir el sufrimiento, con un propósito de victoria limpia y sin cuestionamiento, pero que Satanás también esta jugando sus estrategias, pasemos al siguiente punto.

2. VICTORIA APROBADA. 

Se habla mucho en política, por ejemplo en materia de elecciones, que una victoria debe ser aprobada por el pueblo para ser reconocida. Debe haber confianza en los votantes y seguridad de las instituciones, para que el pueblo quede conforme con los resultados y exista verdadera democracia. Estas son reglas humanas, pero representan una necesidad en el hombre de encontrar la verdad. De que los números, las encuestas, los resultados, correspondan con la realidad. Han sido duramente criticadas las elecciones de 1987 y 2005 (para los procesos presidenciales de 1988-1994 y 2006-2012 respectivamente), en México. Hubo una victoria, pero ciertamente el pueblo no quedo conforme, sintiendo que la realidad no coincidió con lo que pasó al final.

No vamos a entrar en ese círculo vicioso, solo Dios conoce los propósitos de todo esto, pero quiero resaltar la necesidad que el hombre tiene de una aprobación plena; contundente; sin dudas.

El boxeo se presta mucho a este tipo de controversias, por que son jueces los que tienen que decidir a quién dar la victoria, y ello deja mucho que desear en ocasiones.
Aquí tenemos a un hombre, que a pesar del sufrimiento y los ataques tan crueles que tuvo que experimentar, decidió dar la gloria a Dios y depositar su confianza en alguien que no veía aún, pero que le había experimentado en su vida.

Ahora, Aquél quien siempre habla con verdad, de quien los juicios son perfectos, quien tiene toda la autoridad para aprobar o desaprobar la conducta humana, expresa: “3 Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa?”

¿Se puede decir de nosotros que, aún después de haber atravesado por aflicción y prueba, retenemos nuestra fe y confianza en Dios? ¿Podemos ver, aún en medio de la tribulación, la mano y el amor de Dios, para darle honra y seguir confiando?


Que espejo tan más difícil para reflejarnos en él, resulta a partir de ahora la vida de Job. Es la voluntad de Dios aprobarnos en victoria, encontrar perfectos nuestros caminos, permitirnos vivir una vida llena de triunfo tras triunfo en nuestro desarrollo espiritual.

Y, ¿como adquiriremos desarrollo espiritual y victoria plena, si no buscamos las cosas más altas? Pablo nos exhorta a lo siguiente: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde esta Cristo sentado a la diestra de Dios” Col. 3:1

Después de todas las características y enseñanzas que extrajimos de Job en el estudio pasado, cabe ahora resaltar que Job tenia puestos los ojos en las cosas de arriba, ya que todo lo que perdió no se comparaba a la promesa de un Dios justo y en control de todo, que era capaz de sostenerlo en su debilidad. Cuando todo lo que tenia en esta tierra, se esfumó, Job aún conservaba su “integridad” al seguir confiando en las cosas más altas como la salvación de su alma. Nosotros ahora tenemos la oportunidad de seguirlas buscando como prioridad, antes de que se nos quiten las cosas de esta tierra. Dios es tan misericordioso que cada mañana quiere que busquemos su rostro sin necesidad de hacernos pasar por tragedias y necesidad.


APLICACIÓN. BUSCARLE CON OBEDIENCIA Y GOZO; NO POR NECESIDAD.

Quiero terminar compartiendo palabra de aprobación de Dios para los que le buscan y obedecen, para seguir firmes en Él, aún antes de que sobrevenga cualquier prueba.

“... Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito” Éxodo 4:22
“…Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy.” Salmo 2:7
“… y en el lugar en  donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente.” Oseas 1:10.
“Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová.” Ezequiel 37:14.
“Por que todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” 1ra Juan 5:4.

¿Necesitamos aflicción para vivir en victoria, ó aún antes de la prueba podemos agradar a Dios proclamando victoria cada día de nuestras vidas?
El ya nos ha dado su aprobación, su poder, su confirmación y quiere que tengamos su Espíritu guiándonos en todo; ahora nos toca luchar como Job y hacer que una vida sin derrota, sea una realidad para cada uno de nosotros. 

 ¿Qué vamos a hacer con esto que Dios espera de nosotros?

Hay una película que me gusta mucho, “Remember the Titans”, con Denzel Washington, trata sobre liderazgo y resolución de conflictos (en este caso de racismo en la ciudad de Virginia, Estados Unidos), a través del futbol americano. En una de las escenas finales, los Titanes están por el juego del campeonato, después de una temporada perfecta, y abajo en el marcador al medio tiempo. El entrenador, “Coach Boone”, los tiene reunidos en el vestidor y les dice que están haciendo su mejor esfuerzo, que esta orgulloso de ellos. “Ganemos o perdamos, vamos a salir de este estadio con la frente en alto. Den su mejor esfuerzo”. Entonces un jugador, “Julius”, protagonista durante la película, lo interrumpe y le dice: “Discúlpeme, coach, eso no es lo que usted nos ha pedido… usted pide más… nos demanda perfección.” Y termina diciéndole que hasta ese momento no habían perdido ni un solo partido, y que así iban a terminar la temporada. Al final, ganan el partido y son campeones. Antes del primer paritdo, el coach ya se los habia dicho: "vamos a ser un equipo perfecto", y recién ahora, en el último partido, es que lo creen. 
¿Necesitamos ir abajo en el marcador, estar sufriendo, tener el agua al cuello, quebrarnos el corazón o la rodilla para creerle a Dios?. La vida es más que un deporte; por lo tanto, el desafio y las armas, son mayores; así también el enemigo.



Si estos valores se persiguen en el mundo secular, no podemos esperar menos de Dios. A veces podemos caer en conformismo o pasividad espiritual, creyendo que ya Jesús nos dio la victoria, y que tenemos que hacer poco para nosotros también disfrutarla. 

Nos encontramos analizando a un hombre, que para triunfar en su fe, esta teniendo que experimentar prueba y lucha, a niveles extremos. El mismo Jesús nos alienta a buscar esta vida de victoria, nos dice que ya esta alcanzada, que ahora le tenemos que pedir fuerza y el nos colocará en victoria; pero aun tenemos que dejar que los mandamientos de Dios, su amor y sacrificio, cobren vida a través de nuestras experiencias. 

Las cartas de Jesús a las 7 Iglesias, en el libro de Apocalipsis, concluyen con la siguiente frase: “al que venciere” y después nos da muchas promesas: “…yo le daré… le dejaré… le pondré…” (Apocalipsis  2 y 3). Si ya no es necesario luchar y experimentar sufrimiento, ¿para qué entonces existen estas promesas? Enfrentemos como Job la batalla, sabiendo que nuestra fe descansa en el mejor lugar, y está puesta en Aquél que ya fue por ese camino, y venció sin mancha ni falta: Jesús, el poderoso León de Judá.

Monsieur Víctor G. Noviembre 8, 2010.

(imagenes tomadas de: google.com/imagenes-vencedor.
http://mp3albums-soundtracks.blogspot.com/2007/08/score-special-editionsoundtracks.html)