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martes, 21 de septiembre de 2010

UN CARACTER DE UNA SOLA PIEZA. (1/2)

Retomando la vida de Job, hagamos el siguiente resumen de lo que llevamos estudiado:
1.       Sabemos que era un hombre que reconocía la existencia de un Dios, que buscaba conocerlo y agradarlo cada día (temor de Dios), y vivía apartándose del mal (rectitud).
2.       Analizamos el breve inventario que nos presenta la Biblia de él, obteniendo como resultado que era un hombre fructífero (7 hijos y 3 hijas, quienes lo visitaban frecuentemente), era prospero (Ganado, herramientas de trabajo, gente que le servía y en quienes podía delegar la responsabilidad de sus tierras y Ganado)
En el análisis que haremos hoy de los versos 4 al 8, encontraremos que era exactamente lo que hacia este hombre con todo lo que tenía. Como lograba impactar su esfera familiar y social de forma diaria. Descubriremos, de igual manera, que estas cualidades, pertenencias, frutos de su trabajo, forma de llevar sus relaciones, etc., habían forjado en Job un carácter especifico y que reflejaba en todos los días de su vida.
Job 1:4 y 5.
1:4 E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban a llamar a sus tres hermanas para que comiesen y bebiesen con ellos.
1:5 Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días.

De aquí desprendemos que Job, con las cualidades y posesiones que tenia, procuraba además guardar relaciones sanas, primeramente con su familia, con sus criados o empleados, y es lo que encontramos en estos versos. Pero, es prácticamente imposible que una persona así no tenga cierto respeto o que pase desapercibido ante la sociedad y comunidad donde existe, verdad? Pues les comparto que Job también era un hombre respetado, escuchado, considerado como alguien que podía influir en la vida de aquellos que habitaban cerca de él, digno de admiración y con quien las personas llevaban una relación aun de cariño y respeto profundo.
Comentare algo que más adelante encontramos en el libro, pero que nos es útil para el estudio presente. Miren como habla de Job uno de sus mejores amigos, en el capítulo 4, versos 3 y 4, del libro que nos ocupa: “He aquí, tu ensenabas a muchos, y fortalecías las manos débiles; al que tropezaba enderezaban tus palabras, y esforzabas las rodillas que decaían.”
Y aun mas, todo el capitulo 31 nos habla de cómo Job no era engañoso acerca de mujer, no se atrevía siquiera a mirar a una joven con deseos desordenados, pues “había hecho pacto con sus ojos”; no mentía; respetaba el derecho de sus siervos, no se enseñoreaba del pobre; compartía sus bienes, se apiadaba de los huérfanos y viudas, daba comida, abrigo, techo, sustento; respetaba aun a aquellos que no tenían protección de nadie; no puso su esperanza en las riquezas; nunca busco honor para sí, sino daba la honra a Dios a través de la creación sobrenatural que apreciaba cada mañana; ni del quebrantamiento de sus propios enemigos se alegraba aun, ni pedía maldición contra ellos; respetaba la propiedad ajena y a la misma naturaleza. Que increíble tipo de persona, muchos de nosotros no aspiramos más que a poder decir la tan sonada y mediocre frase: “yo no me meto con nadie, yo no le hago daño a nadie”, pero este hombre de Dios no solo no le hacía mal a nadie, sino que hacia bien a todos y a todo lo que estaba frente a su mano.
Primera enseñanza de un carácter de una sola pieza: No se conforma con creerse bueno; busca siempre cambiar su entorno, quienes le rodean y su condición. Da, como decía la Madre Teresa, hasta que duela.
El punto medular de esta enseñanza, y que debemos aplicar, es que dicha persona tiene un carácter tan integro, que valora más a las personas y sus necesidades, que cualquier status, las propiedades, posesiones, títulos y cosas materiales que pueda llegar a conseguir.

Algunos pensaran que estoy hablando del ámbito secular. Tienen razón de una forma parcial, pero el mundo sin Dios es esclavo de todo esto precisamente por esa falta del amor divino. Pero ciertamente hay, dentro del mundo cristiano, creyentes, líderes, grupos y falsos maestros que estamos muchas veces dispuestos a pisotear a alguien con tal de seguir conservando nuestras apariencias, religiosidad y buena opinión ante los demás. Gracias Dios por esta palabra que ha tocado mi vida.

También nos topamos con algo que ya he mencionado líneas arriba, pero que estos versículos lo tocan de una forma más particular. Job tenía una excelente relación con su familia. Vemos como tenia reuniones muy frecuentemente con sus hijos y sus familias, siempre unidos, la pasaban “bomba”, y aun cuando terminaba les santificaba y los enviaba con bien. Esto significa que, en sus reuniones, siempre convivían sanamente y también siempre terminaban mejor de cómo empezaban, con un crecimiento y fortalecimiento con cada reunión que disfrutaban.
Y, en segundo lugar, ofrecía holocaustos a Dios por sus hijos, tomando su responsabilidad de autoridad de la casa, responsable directo ante Dios por el comportamiento de los suyos. Se podría escribir y entrar en detalles sobre cuestiones teológicas, como si Dios justificaba a sus hijos por la actitud de Job o si es necesario que cada quien pida perdón.  En esta ocasión solo me quiero quedar con la sensibilidad y humildad que demuestra Job, teniendo en cuenta que aquello que no resta, suma para bien. Job no se detenía en disertaciones filosóficas, el hacia lo suyo que era bendecir a sus hijos, pedir por ellos. Este hombre no se privaba de la bendición que representa bendecir a otros, valga la repetición, y tenía una actitud digna de imitar por todos nosotros: la de ir a la cruz cada día; no cada Domingo o cada que necesitamos un favor de Dios. Escuchaba una ocasión a un pastor predicar: “yo no sé cómo hay cristianos que se van a la cama sin haber pedido perdón por sus pecados de ese mismo día”. Aquí se nos confronta con un hombre que bien podía dormirse en sus laureles, sabiendo que practicaba el bien constantemente, y aun así, se tomaba el tiempo necesario, cada día, para hablar con su creador y permitir que lo siguiera moldeando.

Segunda enseñanza de un carácter de una sola pieza: Buscar siempre la fortaleza de Dios, cuidar que nuestra relación con El este satisfecha cada día de nuestras vidas (claro que de una forma sincera y no religiosa), y es promesa de Dios que nuestras demás relaciones interpersonales serán bendecidas.
No podemos solos, necesitamos de Dios si es que en realidad queremos forjar un carácter sin dobleces ni matices.

Falta la parte 2. Bendiciones.

Vic Guzman.